Mejor lugar para vivir. Peor lugar para trabajar
José Peñate. agosto 5, 2025
Sin duda el dato más comentado de este día de agosto ha sido el relativo a la variación del desempleo en España. Como siempre hay quién ha visto la botella medio vacía, resaltando, por ejemplo, que la disminución de 1.357 personas en la cifra de desempleados representa la cifra más baja de los últimos 18 años. Pero también quién por supuesto la sigue viendo medio llena, resaltando para el caso que la disminución del número de parados ha venido acompañada de un nuevo techo en el número de personas empleadas.
Las cifras habrá que conjugarlas con noticias como las que reportaba Vanguard que nos habla de un récord histórico en el reparto de dividendos en Europa. Durante el segundo semestre del año 311 mil millones de dólares han sido repartidos por las cotizadas europeas, lo que representa un crecimiento del 8% respecto a mismo período del año anterior. A nivel global se estima que el reparto de dividendos durante el último año ha alcanzado la cifra de 2,2 billones de dólares cosa que habrá alegrado a muchos pensionistas y ahorradores, que confían su jubilación al estado de los mercados.
Pensionistas ricos y trabajadores pobres puede que termine siendo el panorama bajo el que tengan que trabajar las organizaciones sociales del mañana. Es de esperar que el crecimiento de los beneficios empresariales se traduzca por parte de las empresas en un mayor compromiso para con sus trabajadores y el conjunto de la sociedad. Sin embargo, no conviene pecar de ingenuo. Los datos no parecen acompañar tales propósitos.
No extraña que en ese entorno España se manifieste por parte de algunos índices como el mejor lugar en el que vivir la jubilación, y que muchos jubilados europeos acaben eligiendo al país para disfrutar de los últimos años de su vida. Para los promotores inmobiliarios tal cosa es toda una bendición. No obstante quizás convenga mantener ciertas precauciones. Que España sea uno de los países de la UE con las mayores tasas de pobreza relativa no es un buen síntoma para el futuro. Como tampoco lo es que pueda ser vista como uno de los peores lugares en los que trabajar.
El reciente trabajo publicado por Unobravo, en el que se sitúa a Las Palmas de Gran Canaria a la cabeza de las ciudades con mayores niveles de estrés laboral, hace que debates como el del absentismo y el de la salud y el bienestar de los trabajadores canarios anden acrecentándose y solapándose de manera inquietante en las islas, a la sombra de un mundo post-covid donde, si nos atenemos a datos como los que se ofrecen por la OMS, la ansiedad ha crecido un 25% por ciento y va camino de convertirse en la gran enfermedad del siglo XXI.